miércoles, 6 de abril de 2011

COMO LLEGO LA NOCHE AL PAIS


No es mi intención ni me interesa defender o justificar ninguna dictadura, pero eso de que la noche empezó el 24 de marzo de 1976 y que fueron las Fuerzas Armadas las que la iniciaron es falso.


Esto que se repite hasta el hartazgo en actos escolares y en medios de comunicación no parece ser consecuencia de errores involuntarios o falta de atención a los hechos del pasado.


Más bien, la elección del 24 de marzo como día de la memoria tiene como objetivo principal el absolver de culpa a los responsables de lo sucedido en la década del 70, anteriores a 1976.


El 30 de junio de 1969, Augusto Timoteo el “Lobo” Vandor, secretario general de la UOM (Unión Obrera Metalúrgica) fue alevosamente asesinado por un comando terrorista.


La misma suerte y por las mismas manos corrió poco tiempo después el gremialista de los textiles José Alonso.


Así, escarmentaban a los “burócratas y traidores” la “juventud maravillosa”. El 29 de mayo de 1970, un grupo de diez jóvenes peronistas secuestró al ex presidente de facto general Pedro Eugenio Aramburu y lo asesinó luego de un “juicio revolucionario”.


El propósito de tal crimen era propagandístico y vengativo.


Por un lado, irrumpir en la escena política con un golpe de efecto y, por el otro, ejecutar la venganza contra uno de los golpistas del 55.


Fue un secuestro mafioso seguido de asesinato y desaparición; sin embargo, los Montoneros presentaron su acto fundacional como un modelo de compromiso político a imitar. Mario Firmenich y Norma Arrostito, con lujo de detalles, lo cuentan en: “Cómo murió Aramburu” (La causa peronista, 1974).


Gobernaba el país un poder de facto por ese entonces, hecho este que, según la conducta de los legisladores que votaron la libertad de los terroristas el día de la asunción de Cámpora, borraba la responsabilidad criminal.


Así, los asesinos del empresario Oberdan Sallustro, del general Sánchez y otros salieron de las cárceles aclamados con vítores y palmas.


El 25 de mayo de 1973, con la recuperación de la democracia y la llegada del peronismo a la Casa Rosada, supuestamente, amanecía en la Argentina, cuando en realidad ése fue el comienzo de “la noche larga”.


La “juventud maravillosa” que rodeaba al presidente Cámpora pasó a la acción directa tomando hospitales, fábricas, radios, canales de televisión, oficinas públicas, etc.


Luego, el 20 de junio de 1973, a menos de un mes de asumido el gobierno constitucional, vino la masacre de Ezeiza. Tres meses después, los Montoneros asesinaron a José Ignacio Rucci, líder de la CGT, para negociar desde una posición de fuerza con Perón.


La “juventud maravillosa” hacía gala de su humor negro, cantando: “Rucci, traidor, saludos a Vandor”. Eran los tiempos de “la democracia más sangrienta” que recuerde la Argentina.


“Nosotros vamos a proceder de acuerdo con la necesidad, cualesquiera sean los medios. Si no hay ley, fuera de la ley también lo vamos a hacer y lo vamos a hacer violentamente.


Porque a la violencia no se le puede oponer otra cosa que la propia violencia”.


Lo anterior no es un dicho del general Videla, sino la fiel trascripción de lo que el presidente Juan Perón espetó, el 22 de enero de 1974, a los ocho diputados montoneros que asistieron a una reunión que fue televisada en directo.


Tenían fábricas de armas, cárceles, órganos de justicia y diarios. Reclamaban reconocimiento internacional de zonas liberadas y encabezaban todas sus declaraciones escritas con el título de: “Comunicado de guerra”.


Atacaban cuarteles, secuestraban empresarios, asesinaban políticos y sindicalistas, ponían bombas en edificios.


Para el ERP, ser policía o militar era condición suficiente para merecer la muerte. La Triple A, por su parte, sembraba el terror desde el Estado. El ex gobernador de Salta Dr. Miguel Ragone es un desaparecido en y del gobierno justicialista.


La noche empezó cuando las bandas armadas terroristas, que pretendían asaltar el poder, comenzaron a asesinar.


Lo que hicieron los militares luego con estas bandas no los absuelve del horror de destrucción y sangre que provocaron en la sociedad.


¿Seguirán festejando el asesinato de Arturo Mor Roig o de Rucci?


Hasta hoy no se escuchó ni a un solo tipo de estos expresar su arrepentimiento.


Y hace 35 años que estamos esperándolo.


Mauricio Ortin


Profesor Filosofía


UNSa

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