43 AÑOS DESPUÉS
CORDOBAZO
CORDOBAZO
Los 29 de mayo de cada año la izquierda vernácula recuerda al
cordobazo como una mayúscula epopeya popular, lo cual contiene una mentira y una
traición.
El 29 de mayo de 1969 algunos obreros metalúrgicos se
movilizaron al centro de la ciudad de Córdoba, uno de los polos industriales del
país, por ciertos reclamos justos, aunque, sin que mediaran argumentos
suficientes, aparecieron las armas y con ellas los montoneros.
Ante esta
situación, que muchos ocultan, los obreros se retiraron callados.
El
brutal ataque a la sociedad y a la propiedad locales mantuvo en vilo a los
cordobeses, ya que en cada techo y en cada terraza había francotiradores que
disparaban a la menor incitación.
En aquellos momentos timoneaba el país
el general Juan Carlos Onganía, presidente de facto que había destituido a
Arturo Illia, ante su inoperancia y su incapacidad evidentes para manejar los
destinos de la Nación.
Por su parte, el general Alejandro Agustín Lanusse, que
cultivaba su propio proyecto político, vislumbraba la oportunidad para, a su
vez, derrocar a Onganía.
Y ese instante llegó.
Lanusse, que era el
comandante del tercer cuerpo de ejército, amenazó con bajar las tropas al centro
de la ciudad mediterránea, hecho que se produjo cuando la barbarie ya estaba
consumada.
Cuenta la historia que, al renunciar, Onganía, les dio la mano
a los otros comandantes, pero, de pie ante Lanusse le espetó:
"a usted, no.
Usted es un traidor".
Es curioso que los gobiernos militares en este país
cayeron como consecuencia de la ambición personal de otros militares, sus
propios pares, que soñaban con alcanzar el sillón de Rivadavia, entre ellos
Lanusse y Galtieri.
El cordobazo no fue otra cosa que el ensayo general
de la guerrilla, que luego se desparramaría durante los años setenta por todo el
territorio nacional con los horrores por todos conocidos.
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