POR SU TESTIMONIO
PIDEN LA DETENCION DE CARLOS MANUEL ACUÑA
Ayer por la mañana, sorpresivamente, el testigo ofrecido por la defensa del General Luciano Benjamín Menéndez, Carlos Manuel Acuña, se presentó en el Tribunal Oral Federal, desde donde había sido citado para declarar como testigo en el juicio Oral y Público a Militares y Policías.
Habló durante más de una hora con precisión y abundando en detalles.
Dio una clase de historia que bien debería enseñarse a nuestros adolecentes y jóvenes.
La querella y el Fiscal se enfurecieron con sus declaraciones y tras un largo interrogatorio en el que hubo exabruptos y gritos, el Fiscal Alfredo Terraff en nombre del Ministerio Público Fiscal, pidió la inmediata detención del testigo.
Se vivieron momentos tensos en la Sala y una vez más el Tribunal hizo primar la razón.
Silenciosamente y sin hacer demasiado ruido, anoche había llegado a la provincia el conocido periodista y escritor Carlos Manuel Acuña para ser testigo en el juicio Oral y Público a militares y policías por “la existencia de un centro clandestino de detención en la ex Jefatura de Policía”
Caminando con dificultad y visiblemente preocupado por una baja de azúcar que lo aquejaba en ese momento, Carlos Manuel Acuña llegó a la Sala de audiencias acompañado del abogado Horacio Guerineau, defensor de Luciano Benjamín Menéndez. Llevaba bajo su brazo tres libros de su autoría (los dos tomos de “Por amor al odio” y “Verbitsky – De La Habana a la Fundación Ford” que luego dejó de regalo para la Justicia Federal en Tucumán.
Era el primer testigo de la mañana y se sorprendió con la poquísima gente presente en la Sala del juicio y porque en las inmediaciones no había absolutamente nadie.
“¿Dónde están todos los que parecen haber cuando uno ve por televisión?”, dijo con ironía.
El anuncio de que el testigo estaba ya en el edificio por parte del secretario García Zavalía causó estupor y la abogada Laura Figueroa expresó su molestia ya que supuso que primero serían escuchados todos los testigos de la querella y recién allí los de la defensa.
El Presidente Jiménez Montilla le dio la razón diciendo que no lo habían tenido en cuenta, pero hizo pasar de inmediato a Acuña a la Sala.
Juró por Dios y los Santos Evangelios y con absoluta tranquilidad se sentó en el banquillo para prestar testimonios.
Informó brevemente sobre su estado de salud diciendo que salía de una operación cardiológica, que era diabético, que tenía dificultades respiratorias y que “estaba un poco gordo” con cierto sentido del humor.
A continuación, y a pedido del Doctor Guerineau comenzó su exposición que sinceramente, fue una clase de historia.
Hizo una introducción sobre el proceso del terrorismo desde 1959 en adelante, aclarando que uno de los factores que lo marcó en ese tema es el de tener uno de sus hermanos desaparecidos.
Y contó que el 6° de una familia de 8 hijos fue guerrillero pero que luego se arrepintió y cuando decidió salir con el apoyo de todos ellos, desapareció para siempre.
Dijo que el fenómeno de Argentina no fue una excepción y que no hubo en este país una guerra civil, sino que fue una guerra terrorista diferente y la comparó con “la guerra fría”.
Detalló pormenorizadamente y fundamentando siempre con ejemplos concretos, la evolución del terrorismo en Argentina, hablando de los Uturungos, de la presencia extranjera en Orán donde se adiestraba a guerrilleros a principio de los 60 y aseguró que las FFAA no pelearon sólo contra una invasión interna sino también contra fuerzas externas.
Relató el episodio de la bomba que estalló en un edificio de calle Posadas, en la Capital Federal, por error de un grupo que manipulaba explosivos y aseguró que entre los escombros de los 8 pisos que se derrumbaron había planos de la provincia de Tucumán a la que ya se estudiaba para lo que sería la guerra.
Alarmó a todos y provocó las primeras quejas del poquísimo público presente, cuando dijo que en Argentina habrá un proceso reaccionario y que “se está gestando un nuevo grupo terrorista en el sur, con los que se dicen mapuches”.
En ese momento el Presidente del Tribunal hizo callar a los presentes amenazando con desalojar la sala ante la próxima queja.
Habló mucho del “Che”, refiriéndose siempre a él como “Ernesto Guevara Lynch”, mencionó a Mario Roberto Santucho, guerrillero santiagueño, y dijo y una y otra vez con contundencia y convencimiento, que HUBO UNA GUERRA.
Criticó duramente a Verbitsky, quien “cobraba sueldo del Gobierno de Onganía” y aclaró que él también perteneció al Gobierno de Onganía gracias a lo cual se contactó y conoció a muchas personas, entre ellas, manifestó, a Nilda Garré.
Repitió una vez más que hubo una guerra y agregó que hubo valentía y actos de coraje.
Mostró el acta de Montoneros, firmada en 1989, en la que se comprometían a pacificar el país y terminar con las divisiones, acto que nunca se concretó.
Habló de la inseguridad que hay en el país y de los ataques y dijo que esta escalada de violencia es progresiva.
En este momento los abogados protestaron y desde el público se levantó una señora y a los gritos pidió que “hagan callar a este señor de la derecha mientras acusaba al tribunal de permitirle explayarse”.
Jiménez Montilla ordenó que sacaran a la señora y ella, gritando más todavía, les decía a los Gendarmes “que no la toquen”, fueron momentos tensos hasta que se retiró.
El tribunal pidió respeto para el testigo y les recordó a los abogados querellantes que sus testigos habían sido escuchados en silencio. Hubo muchas quejas que no prosperaron.
Con tono pausado Carlos Manuel Acuña expresó: “cuando digo que habrá una reacción contestataria me equivoco, ya empezó, acá mismo en la sala hay personas intolerantes que no permiten la libertad de expresión por ejemplo”.
Laura Figueroa estaba indignada y acusó al tribunal por otorgar al testigo una “tribuna política”, sin embargo Acuña continuó su exposición sólo interrumpida un par de veces, primero por indisposición del imputado Cattaneo, que sufrió una descompensación respiratoria mientras seguía el juicio por teleconferencia y luego por problemas técnicos que impedían ver la imagen en la casa del General en cuestión.
Ya por separado hemos publicado las declaraciones de Acuña, pero no queríamos dejar de manifestar la vivencia de Periodismo de Verdad allí dentro para compartirla con nuestros lectores.
Acuña se sentó en el banquillo a las 10 en punto de la mañana y estuvo allí hasta pasada las 14 cuando se retiró luego de un cuarto intermedio para que el tribunal resolviera que hacer con el pedido de “detención inmediata”.
Tras casi dos horas en las que Acuña habló pausado, tranquilo y demostrando conocer al dedillo la temática de la guerrilla y de LA GUERRA en Argentina , comenzó el tiempo de preguntas y respuestas que tuvo tramos irónicos, risas, enojos y hasta llantos.
Preguntas y respuestas:
Horacio Guerineau comenzó el interrogatorio y le preguntó cuántos guerrilleros estimaba que actuaron en el país.
Aclarando que era una cifra estimativa, Acuña dijo que alrededor de 20.000 divididos en “combatientes, simpatizantes y aspirantes” que usaban grados similares a los de los Militares.
En la selva tucumana agregó luego, pelearon cerca de 3.000 y resaltó que se había elegido a Tucumán especialmente por su topografía.
Había gente que iba y venía, aseguró y relevos en la zona del monte.
Guerineau lo interrogó luego sobre cuál era su concepto sobre la CONSADEP o la comisión Bicameral creada en Tucumán.
Dijo no conocer demasiado la actuación de la Bicameral, pero si poder intuir, en base a sus investigaciones, que no fueron creíbles.
Esas organizaciones fueron creadas posteriormente a los grandes acontecimientos bélicos del 70 comentó y concurrieron quienes se creían víctimas.
Dio algunos ejemplos por ejemplo que “todos los que declararon allí tuvieron la suerte alguna vez de correrse la venda de los ojos y ver situaciones que no existieron”.
Han dicho disparates, agregó y sostuvo que han incurrido en mentiras que no distorsionan la realidad”.
A continuación el abogado de Menéndez le preguntó que sabía acerca de los centros clandestinos de detención.
Respondió Acuña “que los militares cumplían órdenes” y que en esos centros se operaba en función a eso. No corresponde en absoluto el término “clandestino” aseveró.
“¿Y de las cárceles del pueblo?” Existieron demasiadas, dijo con seguridad, y allí prisioneros militares y civiles permanecieron en condiciones inhumanas, tratados salvajemente, y entonces recordó al Coronel Larrabure.
“Si, existieron y tengo fotos” reveló.
El general Cattaneo desde su domicilio y acompañado por uno de sus abogados defensores pidió hacer uso de la palabra.
La querella protestó diciendo que se había convenido en que los imputados no pudiesen interrogar, a lo que Jiménez Montilla respondió que se trataba de un testigo ofrecido por la defensa y que no hacía lugar por lo tanto al reclamo.
Cattaneo desde su silla de ruedas y con su mochila de oxígeno pero con mucha firmeza saludó a Carlos Acuña para preguntarle luego si el decreto firmado por María Estela Martínez de Perón ordenando “aniquilar al enemigo” era una declaración de guerra, respondió que sí, que era una orden clara y precisa.
Cattaneo consultó luego: “Las tropas, las fuerzas de seguridad, los militares que realizaban maniobras, ¿atacaban a la población civil ó quien las atacaba”?
He investigado muchísimo al respecto, respondió Acuña, y puedo asegurar que fueron los terroristas los que atacaron a los civiles para amedrentarlos e intentar convertirlos en informantes.
Los militares en cambio dijo Acuña actuaban en defensa de los ciudadanos y puso como ejemplo “la batalla de Manchalá”
“¿A su criterio quien cometió crímenes de lesa humanidad?” dijo el general pero el Tribunal respondió que esa pregunta no correspondía con lo que Cattaneo dio por terminada su intervención.
Luego fue el turno del Doctor Ezequiel Ávila Gallo (h) quien le preguntó si conocía alguna organización denominada “OLAS”.
Con precisión Acuña respondió que tenía base en Cuba pero que tenía representación en tres continentes.
Tenía como objetivo el cono sur, dijo el periodista y en especial en Argentina.
Ávila Gallo le consultó si participaban en la misma ciudadanos argentinos, “Sí, desde 1964 y comandados por Santucho viajaban contingentes a formarse ideológica y militarmente” sostuvo.
Ávila Gallo lo remontó luego a lo declarado en referencia al grupo guerrillero que se había instalado en Orán (salta) preguntándole si recuerda un argentino de nombre Mascetti. Acuña manifestó tener pleno conocimiento de esta persona que si estaba dentro de ese grupo terrorista y que escribió un interesante libro en el que cuenta su experiencia en el ERP.
Mascetti dejó un hijo en Cuba, sostuvo, que luego se casó con la hija de un prestigioso general cubano y que trabajó mucho tiempo para los servicios de Inteligencia de la Habana. Luego desertó dijo y vino a la Argentina en donde fue amparado.
Uno de los integrantes del Tribunal, el Doctor Casas quiso preguntar diciéndole que no lo consideraba un testigo de causa sino más bien un estudioso.
Casas le dijo: Señor Acuña, acá un militar dijo en su testimonio que las fuerzas guerrilleras no tenían dimensión suficiente para resistir una guerra con las FFAA…
Con fuerza Acuña se acomodó en la silla y dijo “si hubiesen tenido fuerza suficiente y paralelamente hubiesen encontrado incapacidad profesional en las fuerzas militares, de seguridad y policiales entonces hubiesen vencido, pero encontraron todo lo contrario señor.”
Casas continuó: “¿usted considera que hubo una guerra, los bandos cumplieron con los pactos de Ginebra?”
Las FFAA si, dentro de los límites posibles, los otros no, respondió tajante pero aclaró que era una guerra nueva, que la guerrilla del siglo XX fue diferente.
Casas pregunta: Usted sabe que muchos consideran que los delitos cometidos por las FFAA son de lesa humanidad.
¿Considera que los actos de la guerrilla son de lesa humanidad?”.
Efectivamente señor.
Casas: Los crímenes de guerra, ¿son delito de lesa humanidad?
No lo sé señor, no soy abogado.
Son delitos de guerra dijo tranquilamente.
El abogado de Menéndez, Horacio Guerineau le solicita al testigo una reflexión final:
“Mi investigación literaria, dice Acuña, me permite sacar como conclusión que la historia se repite y que hoy existe terrorismo en contra de quienes defendieron a la Patria y lucharon contra el enemigo de la República”.
La perspectiva que se abre en Argentina es dolorosa, aseveró.
La esencia del derecho está rota, se incorporan elementos ideológicos que deforman la realidad dice Acuña.
Fue el turno del Fiscal Alfredo Terraff:
Habló con el vozarrón que lo caracteriza y dijo: señor Acuña, en su exposición usted dijo que hubo una guerra intencional realizada en nuestro territorio.
Dijo también que nuestras FFAA lucharon contra una invasión externa y que hubo guerra.
Dijo además que el decreto de la Presidente María Estela de Perón era una declaración de guerra y que había que aniquilar al enemigo y finalmente dijo que el terrorismo atacaba a la población civil para amedrentarlo y convertirlo en enemigo.
Le pregunto: ¿qué opina del robo de bebes?
Acuña le dice antes de responder “celebro la exactitud de su resumen señor fiscal”.
Respecto al robo de bebés al que suele agregársele la palabra “sistemático”, ha sido demostrado que no ha habido apropiación ilegal de niños y sólo se conocen 8 casos que fueron una demostración de amor” porque les brindaron un nombre, una familia, amor y les abrieron las puertas al mundo” sostuvo mientras los presentes se miraban indignados.
Y en cambio sostuvo que hubo guerrilleros que con sus hijos en brazos portaban armas y fusiles.
Fue esta sin dudas la respuesta que más irritó tanto público como a los abogados presentes y con la que titularon casi todos los medios en la provincia.
Hablando de amor, le dice el Fiscal con ironía,
¿Qué opina de las probadas judicialmente violaciones a mujeres en centros clandestinos?
No las conozco, respondió Acuña…si me muestra las pruebas…si hubiesen existido me parecería absolutamente reprobable, pero no se me escapa que en ambos bandos hubo civiles que cometieron excesos.
Yo voy a disentir con Casas dice Terraff, ya que usted para mí no es “Amicus Curiae” (que literalmente significa amigos del tribunal) sino un testigo de causa.
“No le entiendo” responde el testigo y Terraff contesta “y yo no entiendo tantas cosas de las que dice usted”… y prosigue:
Usted dijo que por la formación de militares y policías no cree que ellos hayan cometido los hechos de que se los acusa, ¿cómo se explica entonces que Bussi y Menéndez hayan sido condenados por este mismo Tribunal a cadena perpetua por torturas y desaparición de personas?
“Ni Bussi ni Menéndez han torturado ni secuestrado, ahora si alguien lo hizo debe ser condenado.
Si no hay ley que no haya delito, pero un comandante no puede ser condenado por algo que hizo un subalterno sin su conocimiento, respondió Acuña y ¿qué opina de privaciones ilegítimas de la libertad sin orden judicial y violaciones a la noche?
Responde rápidamente Acuña:
“¿Y usted qué opina de personas que han sido secuestradas y escondidas en cárceles del pueblo?, ¿qué opina del asesinato de algún empresario ocurrido acá en Tucumán cuando bajaba de un avión?
Me gustaría que me conteste señor… nooo, ¡acá el que debe contestar es usted!
¿Y qué opina de las violaciones a domicilios sin orden judicial señor Acuña?, otra vez responde el testigo
¿Qué opina usted….?
¡Que es un impertinente!!!!
Contesta Terraff fuera de sí.
Con total tranquilidad entonces Acuña contesta
“Opino que acá hubo una guerra y que las FFAA debieron adecuarse para enfrentarla.
No hubo guerra!!!
Hubo genocidio como dicen los carteles del público grita Terraff
Otra vez sin levantar el tono de su voz Acuña le dice “eso no existió en Argentina”.
A ésta altura la temperatura dentro de la Sala subía al compás de las respuestas y todo parecía una olla en ebullición….no habían ya inconductas en el público pero si cuchicheos en cada rincón, los periodistas apostaban a diferentes finales, los querellantes hablaban por lo bajo, los defensores parecían complacidos, el Tribunal observaba sin perder jamás la compostura….el testigo Carlos Manuel Acuña en tanto, muy seguro y dueño de un absoluto dominio de sus sentimientos, quizás por saber que sus respuestas estaban fundamentadas en sus libros producto de profundas investigaciones seguía sentado como si nada pudiera alterarlo.
Laura Figueroa pidió la palabra y dijo que para esa defensa el testigo no reunía las características de “Amicus Curiae“, acá el testigo afirmó con la vehemencia que la caracteriza, es el mejor defensor que he visto y en tal sentido no puede ser un testigo sostuvo.
Creo que Acuña ha cometido varios delitos en esta audiencia, agregó y que debe ser interrogado por un fiscal.
Por eso no haré preguntas.
Los otros querellantes se sumaron a lo dicho por Figueroa y pidieron la investigación del testigo por haber incurrido en “apología del delito” y “falso testimonio”.
Además criticaron al testigo por haber dicho “injurias contra ese tribunal al decir que la sentencia a Bussi y Menéndez en 2008 fue un disparate”.
Bernardo Lobo Bugeau a su vez desdobló su papel y habló como integrante de la secretaría de DDHH de la Nación y como querellante de la familia Ramos después.
Para concluir Alfredo Terraff con voz severa dijo:
Señor Presidente, en mi carácter de representante del Ministerio Público Fiscal y cumpliendo con mi deber solicito al Tribunal se ordene la inmediata detención del testigo por delito cometido según artículo 213 del Código Procesal Penal de la Nación al haber afirmado “que las apropiaciones ilegitimas de bebés, fueron actos de humanidad y por haber tildado de disparate el fallo de este alto Tribunal.
Por lo tanto le reitero que ordenen la inmediata detención del testigo y se lo ponga a disposición del juez competente.
El Presidente del tribunal pidió un cuarto intermedio de 15 minutos.
En ése tiempo hubo todo tipo de conjeturas y movimientos, fotógrafos que se alistaban, familiares de Menéndez preocupados, conversaciones y rumores acá y allá.
Finalmente el Tribunal ingresó en la Sala.
Carlos Manuel Acuña permanecía impávido como si nada alterara su tranquilidad.
Hasta alguien llegó a decir que acaso la detención hubiese sido favorable para muchos, pues se pondría en evidencia la intolerancia y persecución antes quienes piensan diferente.
Mariano García Zavalía dijo entonces:
Este Tribunal resuelve, por entender que no existen elementos suficientes para justificar que el testigo haya cometido delito en sus declaraciones, no hacer lugar al pedido del señor Fiscal.
Jiménez Montilla dijo con voz seca:
Queda usted desocupado.
Acuña contestó amablemente “Muchas gracias señores” y se levantó pausadamente sin que nadie osara en la Sala un insulto o agravio.
Lo cierto es que las declaraciones de este testigo, el primero por parte de alguno de los imputados, habló durante casi 4 horas en la mañana de ayer con libertad ya que el Tribunal Oral Federal dio muestras en cada oportunidad posible de que exigiría respeto hacia él como hacia todos los testigos que se presenten en este mega juicio como le dicen.
Las declaraciones de Carlos Manuel Acuña fueron firmes, seguras, fundamentadas.
Pueden haber gustado o no y tendrán seguramente diferentes interpretaciones.
Es muy posible que lo que yo entendí no coincida en absoluto con algunas crónicas de otros medios.
Pero eso hace a la libertad de prensa, de expresión y hasta de sentimiento y por eso hay que rescatarlo.
Hubo, como siempre sucede, sentimientos encontrados.
Algunos se fueron molestísimos, otros acongojados y los menos altamente satisfechos con la exposición de este testigo que cuanto menos, es una persona capacitada en el tema y que ha investigado durante años desde el periodismo y después como historiador.
Pero la sensación final es de que por fin alguien se animó a contar, sin pelos en la lengua y sin intereses políticos o militares de por medio, esa parte de la historia que hacen 34 años nos pretenden ocultar.
Repetimos, puede gustar o no, uno puede sentirse más o menos representado o identificado con lo dicho por este experimentado periodista pero ésa es la historia y hay que transmitirla para que el día de mañana cada joven pueda formar su opinión libre de censuras y/o imposiciones.
A la historia la hacen “los malos y los buenos”, la componen todos los que de una manera u otra han sido protagonistas de hechos relevantes y que se conozca TODA la verdad es lo que todos, desde donde nos toque, debemos procurar.
Acuña salió airoso, caminando sin custodia alguna, convencido de haber dicho su verdad.
El tribunal tuvo un gran equilibrio a la hora de tomar decisiones y de hacer respetar al testigo, más allá de cualquier ideología o presión que por ahí se sospeche que puedan tener.
La gente salió conforme o enojada, no importa, pero en ningún momento hubo agravios entre el poco público ni entre los abogados de una u otra parte.
Para mí al menos, eso sí es un triunfo y es una demostración de madurez.
Dios quiera que no me equivoque y ojalá empecemos a comprender de una vez que es hora de terminar con las diferencias, las acusaciones cruzadas, la intolerancia y el autoritarismo.
Cada uno puede pensar como quiera o tener la ideología o el credo que prefiera, pero eso no nos hace mejor ni peor persona.
Si en cambio el ser respetuosos, pacíficos, comprensivos y tolerantes nos hará diferentes y nos ayudará a todos a poder perdonar.
Luz García Hamilton
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