CADA VEZ MENOS LIBERTAD
Estamos siendo gobernados por un sistema autoritario de
poder?
¿Argentina funciona como una 'autocracia de origen democrático', donde,
como sostenía Guillermo O'Donnell en sus escritos, aparecen 'totalmente
disociadas' la 'legitimidad de origen con la legitimidad de ejercicio'?
La
prohibición de usar la moneda que uno cree más conveniente para no perder
capacidad de ahorro es solo la última de una serie de decisiones oficiales que
afectan seriamente la libertad individual de las personas.
No pensemos solo en
quienes tienen capacidad para comprar muchos miles de dólares y venderlos cuando
sea buen negocio.
Reparemos en los jubilados y pensionados argentinos que viven
fuera del país y no pueden retirar de los cajeros automáticos el dinero que les
corresponde por decisión de la Administración Federal de Ingresos Públicos
(AFIP).
Detengámonos en las empleadas que trabajan en casas particulares y los
albañiles que, hasta hace poco, giraban todos los meses unos pocos dólares a sus
familias, por ejemplo, en Paraguay.
Y ahora vayamos un poco más allá.
Preguntémonos por qué, una persona o una familia que gana mucho dinero, de una
manera lícita, no puede usarlo como se le antoja, o no puede reclamar por su
derecho a hacerlo, aunque viva en Barrio Norte, Recoleta o Puerto Madero.
O
seamos más sencillos todavía y analicemos si no tiene derecho y razones para
indignarse alguien que por un lado siente coartada su decisión de manejar sus
ahorros como mejor le parece y por el otro escucha y lee que la Presidenta
Cristina Fernández de Kirchner y la mayoría de sus ministros siguen invirtiendo
en dólares, porque la consideran una apuesta confiable.
Es cierto: este 2012 no tiene nada que ver con aquel fatídico diciembre de 2001. No es lo mismo la prohibición de comprar y vender moneda extranjera que la imposibilidad de sacar dinero del cajero automático ante las mínimas necesidades de consumo.
Sin embargo esta decisión compulsiva e innecesaria que la atribuyen a Guillermo Moreno Y Ricardo Echegaray y que ha sido convalidada por la Presidente Fernández
Es cierto: este 2012 no tiene nada que ver con aquel fatídico diciembre de 2001. No es lo mismo la prohibición de comprar y vender moneda extranjera que la imposibilidad de sacar dinero del cajero automático ante las mínimas necesidades de consumo.
Sin embargo esta decisión compulsiva e innecesaria que la atribuyen a Guillermo Moreno Y Ricardo Echegaray y que ha sido convalidada por la Presidente Fernández
¿no parte del mismo principio con el que se decretó el
fin de la convertibilidad?
¿No es, acaso, un cepo, más limitado, pero igual de
arbitrario?
¿No son parecidos, ya que es casi imposible salir del esquema sin un
enorme daño para la economía en general?
Sería una exageración presentar a este
gobierno como una dictadura, porque no está regido por una junta militar, porque
los organismos que expresan la existencia de una división de poderes existen y
funcionan -aunque no lo hagan de una manera plena- y porque no hay una represión
generalizada, ni asesinatos en masa. Tampoco se puede hablar de totalitarismo,
porque a pesar de poseer algunas de sus características, como el uso y abuso de
la propaganda oficial, la confusión entre Partido y Estado, la exaltación de la
figura del líder y la búsqueda 'de un hombre nuevo' y 'fundacional' hay una
parte de la sociedad que se resiste a ser dominada, y lo expresa como puede, a
través de los medios de comunicación que todavía no han sido colonizados por el
aparato oficial.
Sí se puede utilizar la categoría 'autocracia de origen democrático' para definir el estilo de gobierno y el momento político actual.
Sí se puede utilizar la categoría 'autocracia de origen democrático' para definir el estilo de gobierno y el momento político actual.
Un
estilo que incluye la persecución a los que piensan distinto y la protección a
los altos funcionarios sospechados de corruptos.
También el uso de la caja para
crear nuevos medios y asfixiar y hacer desaparecer a otros pero también para
instalar enormes mentiras como el índice de inflación oficial o manipular la
historia personal de los gobernantes, a quienes hacen aparecer siempre como
héroes.
Hasta el final de la presidencia de Néstor Kirchner, no había habido, en la historia reciente, un gobierno de origen democrático que detentara tanto poder.
Hasta el final de la presidencia de Néstor Kirchner, no había habido, en la historia reciente, un gobierno de origen democrático que detentara tanto poder.
Pero ahora mismo Cristina Fernández lo supera con creces.
Y no solo
por el uso pleno de los superpoderes que le permite usar decenas de miles de
millones de pesos fuera de presupuesto y sin necesidad de rendir cuentas.
No
solo por la utilización de la recaudación no coparticipable más espectacular de
toda la historia.
No solo por la capacidad para usar el dinero de las reservas
del Banco Central como mejor le parezca.
También por el dominio casi pleno de
los fiscales y los jueces del fuero federal y la capacidad de cooptación de
dirigentes opositores y periodistas que antes fueron críticos y ahora cobran
sueldos en distintos medios oficiales o para oficiales.
El verdadero problema con vistas al futuro es que este tipo de gobiernos, para prevalecer en épocas de desaceleración económica y alta inflación, necesita cada vez más restricciones y más cercenamientos de las libertades personales y colectivas.
El verdadero problema con vistas al futuro es que este tipo de gobiernos, para prevalecer en épocas de desaceleración económica y alta inflación, necesita cada vez más restricciones y más cercenamientos de las libertades personales y colectivas.
Si
la Presidenta le preguntara a cualquiera de los economistas argentinos más
respetados en el mundo su receta para salir del atolladero, seguro le
recomendaría lo que vienen haciendo hace algunos años Brasil, Chile, Perú y
Uruguay, para no irse tan lejos.
Pero eso equivaldría a normalizar el INDEC,
bajar la inflación a niveles tolerables, usar las reservas del Banco Central
para que el tipo de cambio acompañe el aumento del costo de vida y generar
confianza para obtener más inversión directa.
Es decir: decisiones normales para
países normales.
Pero esto es algo que no requiere de un relato épico, ni de una
dramatización constante, ni de la fabricación de enemigos funcionales para
permanecer en el poder. Todo lo contrario a lo que es y representa hoy la jefa
de Estado y el gobierno que preside.
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