Hace unos días, la viuda se mostró en el balcón de la Casa Rosada con la actual presidente de Brasil, ex terrorista, y los dos personajes más emblemáticos de la subversión apátrida y terrorista.
Por supuesto, nos referimos a la mujer de pañuelo blanco, Hebe de Bonafini y a la abuela "trucha", Estela de Carlotto.
Hebe de Bonafini es madre de terroristas, a los que dan por desaparecidos pero hace algunos años su marido, el padre de los terroristas, manifestó públicamente que sus hijos estaban vivos y residían en un país de Europa.
La Bonafini, permanentemente, hace apología del crimen, manifestándose, todas las veces que aparece públicamente, partidaria del terrorismo apátrida de los años 70.
Se ha manifestado también en contra del Santo Padre, Juan Pablo II, calificándolo de cerdo y que merecía estar en el infierno.
Tiene como asesor, en su asociación, al parricida Shoklender.
La viuda, el día 10 de febrero del presente año, inaugurando un complejo de viviendas construido a través de la asociación que preside Bonafini ,se dedicó, en su "discurso", a rendirle un homenaje a Bonafini, expresando, entre otras cosas, que las obras realizadas por la mujer del pañuelo blanco eran producto del "amor".
Todo esto es de no creer.
La otra figura emblemática, Estela de Carlotto, se proclama abuela de una supuesta hija de una de sus hijas, la que estuvo presa en la Escuela Mecánica de la Armada, detenida por terrorista.
Fuentes confiables han informado que la hija de Carlotto era estéril, por lo cual, evidentemente, no era posible que fuera madre; de ser esto así, la Carlotto, en este asunto, estaría mintiendo y, por lo tanto, no sería abuela.
Estas dos mujeres, preferidas de la viuda, aprovechan estas situaciones para obtener, en forma tramposa, cantidades de dinero importantes.
Son dos estafadoras y entendemos que la viuda está enterada de todo esto. No creemos que la viuda, dado sus antecedentes delictivos, en compañía de su marido, no se debe sentir demasiado preocupada por esta situación.
Estas dos mujeres, apoyadas por la viuda moral y económicamente, presiden sendas asociaciones, a partir de las cuales cobran jugosos montos de dinero que provienen del erario público.
Estamos convencidos de que las viviendas construidas por la Bonafini deben presentar presupuestos con altos sobreprecios.
Sobran antecedentes siniestros para que la viuda las haya mostrado en el balcón de la Casa Rosada.
Empecemos por el principio: Perón, en el año 1974, desde ese mismo balcón, echó a los subversivos de la plaza de Mayo.
La presentación en el balcón de estas dos mujeres significa, desde nuestro punto de vista, un mensaje a la sociedad de apoyo a la subversión, al ser estas dos mujeres figuras emblemáticas de la misma, como se dijo al principio.
No nos extraña este apoyo a la subversión.
Lo han realizado desde el año 2003, cuando el marido de la viuda inició la usurpación del poder.
Este apoyo permanente a la subversión se inició con la persecución a los militares que la derrotaron en los años 70; se destruyó a las Fuerzas Armadas, vencedoras en la guerra anti revolucionaria;
se nombró en cargos claves de este mal llamado gobierno a delincuentes subversivos que pertenecían a ejércitos ilegales que pretendían poner a la Patria al servicio del marxismo internacional;
se mantiene en prisión a más de mil militares que lucharon para salvar a la Patria de la subversión apátrida; se le rindió homenaje a la subversión al instalar un retrato del "che" Guevara, personaje integrante del marxismo internacional, en el Salón de los Patriotas Americanos en la Casa Rosada;
permanentemente, en sus "discursos", la viuda ataca a aquéllos que lucharon contra la subversión y pondera a los elementos subversivos.
No olvidemos que al homenajear a la mujer del pañuelo blanco,q ue trató de cerdo a Juan Pablo II y también lo condenó a que se quemara en el infierno, insulta a la Iglesia Católica.
Ha regalado el balcón de la Casa Rosada, al instalar en él a las dos mujeres nombradas, a la subversión apátrida.
Falta solamente que haga flamear el trapo rojo en la Casa de Gobierno.
Guillermo Díaz Aguirre
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