Fue en 2008, en una visita a Libia; "Ambos hemos abrazado convicciones con un sesgo fuertemente cuestionador del status quo que siempre se quiere imponer para que nada cambie", dijo entonces.
Noviembre de 2008.
Cristina Kirchner llevaba casi un año en el poder.
Realizaba una gira por países árabes y del norte de Africa.
Visitó Argelia, Túnez, Egipto y Libia, que fue la última escala.
Además de entrevistarse con Muammar Khadafy, la Presidente participó de un seminario titulado "Oportunidades de comercio, negocios e inversiones entre Argentina y Libia".
Fue en ese marco que se comparó con el líder libio, hoy envuelto en una crisis política que amenaza con poner fin a 42 años de ejercicio ininterrumpido del poder.
"Yo y el líder de la nación libia hemos sido militantes políticos, desde muy jóvenes, hemos abrazado ideas y convicciones muy fuertes y con un sesgo fuertemente cuestionador del status quo que siempre se quiere imponer para que nada cambie y nada pueda transformarse", dijo entonces la jefa del Estado.
Las palabras de Cristina Kirchner, pronunciadas en 2008 como ya se dijo, cobran hoy un peso nuevo a la luz de las horas de máxima tensión que se viven en Libia, donde la presión para que Khadafy abandone el poder amenaza con desatar una guerra civil.
No es menor que la Presidenta haya elogiado la capacidad de "cuestionar el status quo" de un hombre que está al frente de su país desde 1969 sin haber sido elegido nunca por la vía democrática.
Reacciones dispares.
El primer pronunciamiento político del gobierno argentino se conoció esta tarde.
A través de un comunicado, la Cancillería anunció que "copatrocina" la convocatoria de una sesión especial del Consejo de Derechos Humanos prevista para pasado mañana en la ciudad de Ginebra.
El Ministerio de Relaciones Exteriores, a cargo de Héctor Timerman, expresó su "profunda preocupación por las graves violaciones a los derechos humanos en Libia".
Otros gobiernos de la región, como los de Brasil, Perú y Chile, en cambio, condenaron abiertamente la violenta represión contra los manifestantes libios.
Cuba, Venezuela y Nicaragua, por su parte, respaldaron a Khadafy.
Fidel Castro denunció que Estados Unidos y la OTAN planean una invasión "inminente" a Libia.
Chávez manifestó preocupación "por la situación en el país hermano".
Y el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, expresó sin ambigüedades su solidaridad con el dictador libio.
En el otro extremo, el gobierno peruano, que encabeza Alan García, suspendió toda relación diplomática con Libia, "en tanto no cese la violencia" contra los manifestantes que protestan contra el régimen.
Ayer, la crisis en Libia registró una nueva escalada.
Kadhafy advirtió que los rebeldes serán ejecutados.
"Lucharé hasta la última gota de mi sangre. Muammar Kadhafy no tiene un cargo oficial del que pueda dimitir, no es un presidente.
Muamar Kadhafy es el guía de la revolución, sinónimo de sacrificios hasta el fin de los días.
Libia no se rendirá.
Yo terminaré como un mártir", proclamó en un duro discurso emitido por la televisión estatal.
En las últimas horas, la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) elevó la cantidad de muertos a 640 personas.
De ellas, 130 son militares de la región de Bengasi ejecutados por sus superiores por negarse a disparar contra la población.
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