Ayer dijimos que se avecinaban tiempos políticos difíciles y violentos.
Hoy señalamos que, en realidad, esos tiempos ya comenzaron y se pusieron en movimiento cuando el equipo que controla a Cristina Fernández de Kirchner dispuso que ella se presentaría sí o sí a la reelección presidencial, incluso en contra de su voluntad y la de sus hijos.
Esa resolución se adoptó cuando se dispuso trasladar a Nilda Garré del área de Defensa a la flamante cartera de Seguridad, para cumplir desde allí la misma performance que cumplió con las Fuerzas Armadas. Ahora, convencido este sector del oficialismo que incorporó como asesora activa a una docena de figuras expresivas de la izquierda montonera, de que la única manera de ganar las elecciones de este año será con una radicalización de su oferta política, decidió radicalizar el proceso de aquí en adelante.
Esto explica la interpretación de que el crecimiento de la inseguridad y otras acciones aún no definidas serán distractivas de la resistencia que esto pueda provocar.
De todos modos, sobre el filo de su retirada del ministerio de Defensa, Nilda Garré dejó preparados los decretos que les permitirán a los favorecidos del gobierno concretar extraordinarios negocios inmobiliarios mediante la venta de predios militares y policiales, entre los que se destacan la tradicional sede del Regimiento de Granaderos a Caballo y las instalaciones del Regimiento de Patricios, ambos ubicados en la palermitana zona de la Capital Federal.
Los nuevos ordenamientos legales también contemplan la venta de una parte de la Base Naval de Mar del Plata -hoy asentamiento de los submarinos pese a que éstos prácticamente no se encuentran en condiciones- medidas todas éstas que incluyen edificios policiales, como el de la calle Azopardo al 500, que será cedido a la Asociación de Abuelas de la Plaza de Mayo. Allí, éstas tienen previsto instalar su sede política y montar un Museo de la Memoria y centros de estudio.
Igualmente, además de quitarle a la Policía Federal la función de elaborar los pasaportes, está previsto prohibirle la elaboración de los correspondientes prontuarios, que quedarán a cargo de una oficina civil que se crearía especialmente a esos efectos.
Según las fuentes que analizan este rápido giro a la izquierda del oficialismo, le permitirá a la futura fórmula del Frente para la Victoria conquistar una importante cantidad de votos jóvenes, sobre los que se acentuará la propaganda antimilitar y contra todo lo que vista uniforme y de esa manera aprecian que estarán en mejores condiciones para enfrentar a una eventual alianza del Peronismo Federal y del PRO.
Como se sabe, esta última posibilidad ha comenzado a tomar cuerpo, con lo cual la batalla se daría preferentemente en la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires.
De esa manera, los oficialistas creen que estarán en condiciones de participar de una segunda vuelta electoral y pelear por la permanencia en la Casa Rosada, circunstancia que le otorga una importancia adicional al segundo término de la fórmula kirchnerista, si se diera el supuesto de un eventual renunciamiento posterior de Cristina o que ésta sufra una recaída en su estado de salud.
De allí que no exageramos cuando hablamos de un futuro peligroso, pues existe el convencimiento -y diríamos que una suerte de tradición- de que la izquierda de agresivo perfil, como la que se ha dado y sobrevive en la Argentina, jamás entrega el poder una vez que lo conquista.
De todos modos, queda mucha tela para cortar todavía. S
i los radicales eligen a Alfonsín para competir, no cabe duda de que harán un triste papel electoral, sobre todo si en el distrito metropolitano crece la figura de Pino Solanas.
En síntesis, podemos decir que cualquier medida de fondo que instrumente el gobierno, de aquí en más, estará signada por la necesidad electoral y no por una mejor administración, factor que adquiere una mayor dimensión ante las dificultades económicas que comienzan a multiplicarse, la inflación que se hace incontenible y las dudosas perspectivas que existe en los mercados internacionales ante las crisis políticas que se multiplican en el mundo árabe y en otras regiones tradicionales compradoras de nuestras exportaciones agropecuarias.
Carlos Manuel Acuña
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