Capitanich o Bettini podrían ser jefes de gabinete.
El fracaso de Aníbal Fernández y las consultas a Eduardo Alberto Duhalde.
El intento por cambiar de rumbo espera el impulso para ponerse en marcha.
La Guerra Social se ampliará inexorablemente y puede llegar a los lugares de veraneo.
El gobierno parece sordo y ajeno a la realidad, como la mayoría de los políticos.
Nada hay más contagioso que la violencia desatada.
Cualquier analista de estos temas puede anticipar lo que ocurrirá si se desata una estampida como la que preocupa a todos, sobre todo cuando reúne factores diversos, algunos inconcebibles.
Ayer reiteramos que al gobierno todo le sale mal y para ser más gráficos podríamos recurrir al viejo adagio que alude “al tiro por la culata”.
Así fue.
Todo se organizó en el Parque Indoamericano para perjudicar a un puntero importante de Mauricio Macri pero, como siempre sucede en estos casos, “se sabe cómo empieza pero no cómo termina”.
Los principales factores que se dieron en el proceso de ocupaciones y cortes que acaba de comenzar, se iniciaron con rumores que llegaron organizadamente a quienes se quería movilizar.
Es gente pobre, necesitada, a quien la promesa de una entrega de siete mil pesos para facilitar la instalación en los terrenos significaba acceder a una pequeña fortuna que nunca llegó.
No eran pocos los que aprovecharon la situación para realizar su deleznable comercio de la estafa con las necesidades ajenas.
Entonces surgió la rabia, la desilusión y el empeño por quedarse en campo ajeno y así se puso en marcha la rueda de un desastre que promete crecer con el tiempo.
A la deriva, el gobierno parecía paralizado.
En realidad vivía una interna feroz que Cristina no sabía ni podía resolver.
Poco antes, el cada vez más influyente gobernador del Chaco, Capitanich, había esbozado a la Presidente un panorama difícil para el futuro inmediato y aconsejó cambios y un giro a la moderación que, obviamente, implicaba algunos alejamientos del entorno.
Tanto se avanzó en esta posibilidad que, incluso, fue consultado Eduardo Alberto Duhalde, quien estuvo de acuerdo con la serenidad, un nuevo estilo y un paquete de medidas concretas.
Pero el ex presidente y ex gobernador fue más allá: le escribió una dura carta a Aníbal Fernández con recriminaciones sobre su conducta y puso en tela de juicio temas importantes y gravosos para el jefe de Gabinete, quien hasta el momento de escribir este artículo dio el silencio como respuesta.
El cargo más grave fue, precisamente, la falta de rumbo del gobierno y la ausencia de medidas para contrarrestar el error planeado para perjudicarlo a Macri.
Mientras tanto, desde el segundo piso de la Casa Rosada, se envió un nuevo pedido al embajador en España, Carlos Bettini, para que venga al país para convertirse en el asesor principal de la Presidente.
Si no aceptaba, el nuevo jefe de Gabinete sería Capitanich.
Bettini prometió venir por tercera vez a la Argentina y adelantó lo que todos decían: es necesario modificar el estilo y el rumbo, abrirse a las restantes agrupaciones políticas, consultarlas y ablandar las tensiones.
Sin embargo, éstas tienden a profundizarse: en Tucumán se reabrió la causa Independencia, donde la principal acusada es María Estela Martínez de Perón, por haber ordenado la represión a la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez, creada por el ERP para generar un “foco” terrorista y hacerse del poder por la fuerza.
Concurrentemente, desde la Casa Rosada se ordenó a los sumisos jueces que reabran causas dormidas y apuren los juicios contra los militares por idénticos motivos, con la idea de anunciar las apuradas sentencias -anticipadamente escritas- el 24 de marzo.
Todavía no se sabe qué hará Bettini en definitiva, pues tiene muchos negocios que atender en Madrid, pero aquí, no fueron pocos los que le dijeron que debía pensar en un adelanto de las elecciones, medida que si se adopta debería anunciarse lo antes posible.
La noticia llegará como un mazazo a los radicales, entretenidos en su eterna interna, que transcurre como si fuera el principal problema de la República.
En el ínterin, los desórdenes cunden y enfrentan a gente modesta contra menesterosos, extranjeros en su mayoría, y comenzaban a trascender las intimidades del conflicto.
Éste comenzó pero de inmediato se disparó al infinito.
Intervienen chicos de no más de diez años, jóvenes y personas mayores que, curiosamente, en muchos casos, poseen viviendas propias o alquiladas.
“No nos alcanza” dicen en sus mensajes de protesta y, entre tanto, los intereses del narcotráfico apuntan a respaldar las acciones violentas e instalarse en determinados grupos para sentar nuevas bases para su negocio.
Aníbal Fernández parece no ver lo que ocurre y ocurrirá, y no se le ocurrió nada mejor que impulsar sanciones a policías que se vieron obligados a operar con firmeza y responder garrotazos con garrotazos.
La respuesta no se hizo esperar.
Las policías desaparecieron de la escena y quedó abierto el camino para más pronunciamientos. Luego volvieron con el lógico desgano.
El gobierno parece sordo.
Desde la Policía Federal se le anticipó lo que sucedía y se le aconsejó que adopte medidas rápidas con intervención de la Gendarmería Nacional y, en menor grado y proporción, la Prefectura.
Pero la realidad siempre se impone y la evaluación indicativa de que había que prever la imposibilidad de atender más de tres o cuatro focos a la vez, no fue escuchada.
Tampoco las voces más que sugerentes salidas desde la Iglesia Católica y de otras confesiones, cuyos sacerdotes conocen bien las villas de emergencia donde viven.
Esto permitió decir a monseñor Bergoglio que la Argentina soportará un baño de sangre, palabras que fueron desestimadas rápidamente otorgándoseles un tono conspirativo, indemostrable porque no existe.
Ignoramos qué hicieron los políticos en general frente a este escenario y parecen ausentes de lo que sucede.
Parece inútil formular advertencias y, por ejemplo, si decimos que podemos ratificar lo que escribimos ayer sobre un verano caliente, hoy no sólo debemos subrayarlo sino anunciar que entre los planes de los llamados “okupas” que llegan con planos dibujados con los terrenos que van a ocupar, existe el proyecto de hacerse presentes en los lugares de veraneo.
En Mar del Plata, por ejemplo, y si esto llega a suceder habrá otros segmentos sociales que tomarán conciencia de que la Guerra Molecular y la Guerra Social ya existe y se pronuncia.
Carlos Manuel Acuña
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