sábado, 18 de diciembre de 2010

" LO MALO, LO FEO Y LO HORRIBLE "...



La universidad popular de las madres de plaza de mayo y las FARC...

El 25 de noviembre de 2010, la Dra. Cristina Caamaño, a cargo de la Fiscalía de Investigaciones Criminales Nº 14, requirió a la Jueza de Instrucción Wilma López, en la causa por el homicidio de Mariano Ferreyra, caratulada hasta hoy "muerte en riña", le indagatoria como imputado de José Pedraza, secretario general de la Unión Ferroviaria. 20 días más tarde era nombrada Viceministra de Seguridad de la Nación, secundando a Nilda Garré al frente de un ministerio tan nuevo como inquietante.

No sabemos qué responderá la Jueza Wilma López ante su pedido, habida cuenta que faltan menos de semana y media hábil para que se inicie la feria judicial de enero; la vorágine de la política argentina, que devora vidas tan rápido como cargos públicos, ha puesto el foco de atención primero en Soldati, con cuatro muertos que según la versión oficial son tres, esto supera la ficción política más delirante, casi propios del discurso de Bombita Rodríguez, para ponerlo este fin de semana caliente en el Club Albariños de Lugano, en donde 200 familias se han atrincherado y se niegan a cualquier tipo de negociación o desalojo.

El Poder que en los últimos 45 días ha provocado por error u omisión 9 muertos, pareciera que se ha quedado paralizado ante el pavor que le provoca la postal del 2001.

El punto es que la parálisis no resuelve los conflictos, que, como un incendio mal apagado, por el viento, comienzan a reproducirse sin coto ni soluciones. Es el principio de la anarquía.

Lo cierto es que la ex Fiscal Cristina Caamaño no va a poder insistir con su pedido de indagatoria, la burocracia sindical dormirá tranquila, arrullada por el suave rumor del aire acondicionado a 21 grados.

La historia se complica, cuando el estudio jurídico que defiende a José Pedraza es el de Esteban Righi, procurador general de la Nación, jefe de todos los Fiscales, dirigido por su hijo Federico.

Esto sería tan sólo una anécdota perversa más del peronismo, si no fuera que Esteban Righi es el padrino político de Cristina Caamaño.

Y que el jefe político de Nilda Garré, es Horacio Vertbisky.

Ambos, Righi y Vertbisky, desde distintos lugares, tuvieron un rol protagónico en la Masacre de Ezeiza, hace algo más de 37 años.

El domingo pasado, cuando HV editorializó en Página 12 sobre los sucesos de Soldati, no tuvo mejor idea que comparar aquella masacre con la toma del Parque Indoamericano.

Entonces, el joven Righi, Ministro del Interior de Héctor Cámpora, no tuvo mejor idea que no disponer la movilización de las fuerzas de seguridad para custodiar la llegada de Perón, cosa que luego el General le recriminara a los gritos.

La “custodia”, entonces, iba a quedar a cargo de Montoneros, quienes con un movimiento de pinzas, pensaban “secuestrar” literalmente, rodear, al Líder, robarse, apropiarse de la revolución, tal la metáfora, más propia de un guión de Mario Monicelli que de este pseudo intelectual que cita a Curzio Malparte y no sabe de qué habla.

Este plan se topaba con otra más audaz, del ERP, cual era el asesinato de Perón, contrarrevolucionario probado, fascista hecho y derecho, por los disparos de varios tiradores apostados en los árboles con fusiles de precisión de largo alcance.

Todas las teorías conspirativas que se manipularon estos días, incluso la mía, adolecen de un error no menor, producto de la necesidad imperiosa de tener respuestas ante tanto vacío de poder, fatal impericia de un Poder Ejecutivo que pareciera estar en manos de inimputables - parece mentira que el correlato de este conflicto sea que un primerizo de la política como Macri les termina llenando la cara de dedos; da la sensación, por su torpeza, que Aníbal Fernández estuviera saboteando a la Presidenta-.

Todas, también, tienen visos de realidad, evidencias, probanzas, testimonios, fotos, videos, testigos.

La participación de un puntero que no respondía más a Macri desde hace un año, Miguel Rodríguez, alias “El Comandante”, enviado por alguien para movilizar a los pobladores de la Villa 20, en primer instancia, con una promesa de loteo de terrenos fiscales en el Parque, a cargo de Macri, desencadena la ocupación, operada luego por un puntero kirchnerista, “Pitu” Salvatierra, de la línea roja del FpV de Capital, referentes todos del PC de Capital, Tito Nenna, Daniel Filmus, a sus vez bajo la férula de Patricio Etchegaray, que, como un adolscente tardío y bolivariano, apoya la guerrilla 40 años más tarde.

O, en forma aún más descarnada, la participación del barrabrava Julio Capella, quien se burla del Fiscal que lo indaga, ajeno, impune, intocable, asegurando que el arma que ostentaba era de juguete.

Capella responde a la barra que manipula Sergio Schoklender, procesado judicialmente por malversar los fondos en la construcción de otro barrio de las Madres en Formosa.

Schoklender conoció a la Fiscal Cristina Caamaño en la cárcel, en donde ella dictaba cursos de derecho penal.

Años más tarde la lleva a la Universidad de las Madres, como docente.

En su despacho, Caamaño tiene una foto de Fidel y otra del Dr. Zaffaroni, mentor del “garantismo” argentino.

Schoklender y Salvatierra, ambos ex presos, ambos guevaristas.

Esto es de manual pero lo repito por las dudas, creen que la lucha armada es la via para la construcción de socialismo, tal la tesis proclamada en La Habana en la Tricontinental de 1966.

Digo, lo que estamos obviando no es menor, es enorme, NK no está más. Cristina está sola y enferma, aterrada, debilitada, denunciando a los gritos un vacío de poder que por meras leyes de la física deberá ser ocupado, en medio de una interna que se va desatando para luego dar lugar a otra, como en un demencial juego de muñecas rusas, en donde muchos sectores de izquierda, marxistas, sin vueltas, que han estado conviviendo con el “peronismo” de los patagónicos, ante la sospecha de un desbande, comienzan a jugar más fuerte, listos para sacarse la careta en cualquier momento y subir al tope del mástil la bandera pirata, con la hoz y el martillo.

El transfondo sordo y siniestro de todo esto es la pelea de NK con Hugo Moyano la noche de su muerte.

Hasta el cansancio el oficialismo denunció a Eduardo Duhalde como el padrino, la mano negra, que estaba detrás de los sucesos de Soldati, digamos, el mandante de Miguel Rodríguez, alias “El Comandante”.

Poner a Duhalde en ese lugar es un juego de sombras chinescas que puede resultar ocurrente hasta que uno sabe que se termina cuando se prende la luz.

Nadie más parecida a Isabel Martínez en estos momentos que Cristina Fernández. Las huestes de la burocracia sindical moyanista, en fuga hacia delante de la cárcel, por un lado, más la voluntad de los muchachos guevaristas, por el otro, van conformando un mapa del conflicto, que, una vez más, amenaza con un baño de sangre el país de los argentinos.

Lo que no cabe ninguna duda es que unos y otros son esencialmente antidemocráticos; conforme el ensayo sobre la Teoría del Golpe de Estado que cita Vertbisky en su nota del domingo pasado, saben, se animan, a que con “1000 técnicos” se toma el poder, incluso, sin que el resto de la población se dé cuenta ni atiene a oponer resistencia.

El punto es que cometen errores groseros de forma permanente.

Para terminar asustándose de sus propias sombras.

De los incendios por ellos provocados.

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