Estos renglones están dirigidos para los que, en algún momento, hemos vestido con orgullo un uniforme.
Vayan entonces estas palabras de un oficial del ejército francés, que nos tocan directamente y quizá sea un certero disparo a nuestra indolencia.
Ella ha dejado que los asesinos de nuestros camaradas pero también de víctimas civiles que nada tienen que ver con el ser militar o policía hoy nos gobiernen.
Esto significa, a pesar de la opinión de muchos, entender que en la guerra sucia se ganó la batalla militar y se perdió la política.
Pero en toda guerra se cometen siempre hechos reñidos con la moral.
Se cometió un crimen contra la razón.
Se combatió contra la subversión y no contra los subversivos.
Entonces se entró en la vorágine equivocada de lo que se debió hacer y no se hizo.
No se fusiló a los que atentaron contra las instituciones de la Nación.
Los subversivos terroristas mataron a mansalva, encubiertos detrás del anonimato, con consignas que nada tienen que ver con nuestro ser nacional.
Hoy estamos seguros de que se los tendría que haber fusilado, con la cédula de identidad colgada en su cuello y el cuerpo entregado a sus familiares.
No se habrían podido evitar los combates, pero se hubiera evitado el resultado final de lo que es hoy el aquelarre argentino, para nuestra propia vergüenza y la del mundo entero.
¿No les parece?
Carlos Nelson Recanatini B.
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